Poco se habla de la educación con la rigurosidad, la reflexión y el análisis que el tema amerita. Mucho se habla de manera superficial, cayendo en lugares comunes, particularmente cuando en los medios de comunicación impacta el conflicto docente, cuando se produce algún hecho de violencia en una escuela o cuando aparecen los resultados de determinadas “pruebas” estandarizadas que dan cuenta de la profecías autocumplidas: “la decadencia del sistema educativo argentino” o “estamos peor que hace 10 años”, latiguillos que -por supuesto- se utilizan para sostener argumentativamente la tesis que afirma “vivimos en el peor país del mundo” y “que vamos de mal en peor”. Afortunadamente no es así, mal que les pese a aquellos sectores que consideran que las decisiones las deben tomar quienes ejercen el poder económico y corporativo y que la Democracia debe ser tutelada con la mirada puesta en el norte. Por supuesto que nuestra educación atraviesa una serie de dificultades que hay que superar para mejorarla y convertirla en el sistema inclusivo y de calidad al que aspiramos, que dé cuenta de las necesidades que nuestros pueblos tienen por delante en un mundo compelido por el avance de la tecnología, el consumismo, el deterioro del medio ambiente, la desigualdad creciente, el agotamiento de fuentes de energía convencionales y el acoso permanente del capital especulativo internacional que pone en jaque a nuestros sistemas económicos y financieros. Estas dificultades las comenzamos a abordar con la sanción de una nueva Ley de Educación, la Ley de Educación Técnica, la Ley de Financiamiento Educativo, la Asignación Universal por Hijo y el Programa Conectar Igualdad. Son todas políticas que han posibilitado la incorporación al sistema educativo de miles de alumnos que estaban excluídos y han mejorado las condiciones materiales que les permiten transitarlo de una forma más adecuada. Sin ninguna duda han significado avances importantes en la búsqueda de la igualdad y la calidad, pero no son suficientes por sí mismas para garantizarlas. Es por eso que debemos definir en miras a los próximos 10 años una agenda que establezca metas precisas y prioritarias con el objetivo de transformar el sistema educativo.
En primer lugar, es prioritario discutir un nuevo esquema de financiamiento que eleve la inversión a un 8 % del PBI, con un presupuesto propio para las universidades, establecido por una nueva Ley de Educación Superior y otra para Ciencia y Tecnología. Este financiamiento debe permitir avanzar en escuelas de jornada completa, darle cumpliento a la obligatoriedad de la sala de 4 y 5 años y a la de la educación secundaria, cada una con edificios propios. También debería facilitar el nombramiento de equipos de orientación escolar, bibliotecarios, preceptores, maestros integradores, profesores de idoma, de nuevas tecnologías, de educación artística, de educación física, de filosofía y crear talleres de ajedrez, de comunicación, de teatro y construcción de ciudadanía en todas las escuelas. También se podría reforzar la carga horaria en Matemáticas, Ciencias y Lengua y Literatura, así como propiciar la creación de centros de estudiantes y mecanismos de resolución de conflictos. Se deben definir políticas que permitan mejorar de manera sustancial tanto de estudiantes como de docentes, realizar una fuerte inversión en infraestructura y diseñar políticas de prevención y control de salud.
Es necesario reconocer el trabajo docente, su compromiso, aumentando sustantivamente el salario, de manera tal que permita tener dedicación exclusiva en un cargo, con horas laborales frente a la clase y otras de carácter institucional. Es imprescindible establecer un número adecuado de alumnos en el aula, conforme al nivel y modalidad, definir un sistema de evaluación institucional que nos permita avanzar en el proceso de enseñanza – aprendizaje, determinar instrumentos de evaluación formativosde carácter nacional y regional. Hay que darle continuidad y profundizar el trabajo de Formación Docente (INFOD). Resulta fundamental el aporte de la UNIPE en carreras pedagógicas de grado y posgrado y la articulación, junto a otras universidades nacionales, con el Ministerio de Educación y el Consejo Federal de Educación. Seguir transformando el sistema educativo es el compromiso que asumimos varias instituciones que hablamos, analizamos, nos preocupamos seriamente de la Educación Pública en nuestro país; un compromiso que debería ser asumido por el conjunto de la sociedad en clave de participación y políticas de Estado y no en clave de coyuntura, de desinformación y de simplificación de las problemáticas a abordar. En definitiva “Mas y Mejor Educación”.
*Secretario General de SUTEBA
Secretario Administrativo CTERA
Secretario de Relaciones Internacionales CTA de los Trabajadores
Secretario General CTA Pcia. de Bs. As.
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