Desde la asunción del gobierno macrista el régimen económico experimentó mutaciones significativas que se manifestaron en la desviación hacia la valorización financiera como eje del proceso de acumulación.
Las nuevas colocaciones de deuda acumularon USD 52.000 millones en los primeros 10 meses del año si se contabilizan las emisiones de los gobiernos nacional y provinciales y la considerable deuda emitida por grandes corporaciones.
La rentabilidad esperada de las opciones de inversión productiva resulta escasa como consecuencia de la recesión interna, la apertura comercial, la agudización de la apreciación cambiaria y las escasas o nulas políticas industriales. En paralelo, se presentan elevados rendimientos en dólares de las tasas de interés, especialmente de las Lebac, instrumento financiero que se está constituyendo en una verdadera bomba tiempo fiscal y cambiaria para la economía argentina por el elevado endeudamiento que implica para el Banco Central. En este escenario la inversión financiera desplaza a la productiva y no se logra mitigar la fuga de capitales.
De allí que en lugar de una reactivación de la inversión, como esperaba el gobierno, la fuga de capitales al exterior trepó a USD 11.000 millones de dólares en los primeros nueve meses del año.
Se trata de una magnitud similar a la que tuvieron las colocaciones de deuda del gobierno nacional si se descuentan las cancelaciones de vencimientos de ese período. Por consiguiente, la deuda pública nacional sirve para refinanciar vencimientos de deuda y cubrir el déficit fiscal, al tiempo que garantiza las divisas requeridas para la fuga de capitales al exterior.