Sin embargo, la recomposición de la rentabilidad no alcanza para impulsar la inversión en un escenario de caída de la demanda interna e internacional. Así, en el marco de la crisis mundial, la política del Poder Ejecutivo deteriora los dos componentes de la demanda que dinamizaban el producto: el consumo privado y público.
Estas medidas económicas provocaron una significativa aceleración del proceso inflacionario y una acelerada y profunda redistribución del ingreso en beneficio del capital, especialmente del sector financiero y los terratenientes pampeanos. En términos sectoriales la fase recesiva se manifiesta en la contracción de la construcción y la producción industrial (salvo la agroindustria). Asimismo, se asiste a una reducción considerable del consumo asociada a la caída del salario real.