Mas allá de la discusión en cuanto a la fecha y lugar de su nacimiento, la figura de Evita crece a 101 años de su natalicio en su legado y su obra. Una parte de ella nace con la creación de la Escuela de Enfermería, en el proceso de un gobierno peronista donde la política en materia de salud ocupa un rol central, creando primero la Secretaría de Salud y luego en 1950 el Ministerio de Salud Pública.
La Escuela de Enfermería se destaca por su formación y profesionalismo, sumado a una visión de Salud Pública dentro de un modelo de país que sostenía tres principios escenciales: 1) Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la sanidad, 2) No puede haber política sanitaria sin política social y 3) De nada sirven las conquistas de la técnica médica si esta no puede llegar al pueblo. Allí se inscribieron innumerables alumnas, provenientes de distintas provincias del país y de las más diversas partes del mundo. En variadas ocasiones salieron de Argentina para colaborar ante catástrofes. Un episodio que pinta de cuerpo entero el perfil de un grupo de ellas, sucedió el 27 de septiembre de 1949. Las enfermeras volvían en avión de Ecuador donde habían viajado para socorrer a las víctimas de un terremoto, cuando estaban por llegar a la base de Morón, la máquina empezó a incendiarse. Dicen que, para ahogar el pánico, cantaron “Los muchachos peronistas”, hecho que fuera silenciado desde el golpe de 1956 hasta hace pocos años.
Es indiscutible la importancia de esta creación dentro del sistema de salud de nuestro país. Un hito para pensar la salud como un derecho humano y afrontar de manera integral como lo está haciendo la Argentina en la actualidad, una pandemia como la del Coronavirus. Si logramos buenos resultados en esta lucha, es por nuestra estructura de Salud Pública hija de las ideas de igualdad y justicia social de las que Evita emerge como protagonista y abanderada.