Las situaciones de discriminación o maltrato laboral por orientación sexual o identidad de género, que se generaron a partir de la mayor exposición de parejas homosexuales tras la sanción del matrimonio igualitario es una problemática que desde la Central de Trabajadores de la Argentina se ha tomado la decisión de trabajar para lograr espacios de trabajos en un marco de igualdad e inclusión.
Daniel Barboza, un empleado de 30 años del supermercado mayorista Vital, denunció que fue despedido de esa cadena por hacer pública en las redes sociales la relación que mantiene con Joel Hurtado, un trabajador que realizaba tareas en el sector de reposición en la misma sucursal.
Desde la empresa argumentaron que el despido se decidió porque el joven era un “faltador crónico”. Y expresaron que “acá no se echa a nadie por cosas personales y trabajan muchas personas con esa tendencia”. Barboza denunció además que uno de los testigos propuestos en la denuncia presentada ante INADI fue presionado por la empresa a que desista de prestar testimonio de los hechos.
Barboza decidió, en los primeros meses, mantener en secreto su relación, por los dichos homofóbicos de su jefe directo: “Siempre escuchaba comentarios descalificativos y una vez mi superior me preguntó si uno de los repositores ‘era putito’. Y yo me callaba todo, pero ocultarlo también me traía mucho malestar a mí y a mi pareja así que lo puse en Facebook. Un tiempo después empecé a recibir maltratos, me acusaban de que no rendía. Pasé de ser un empleado ejemplar a un ineficiente”, contó Daniel al diario Tiempo Argentino el pasado 8 de septiembre.
Daniel justifica sus faltas por los problemas de salud que le trajeron los maltratos. Especialmente el fuerte dolor de espalda, cuyo diagnóstico fue una lumbalgia que lo tumbó una semana. A su regreso, sus superiores lo destinaron a sectores donde debía reponer mercadería de peso y alta rotación.