El año que viene llegaremos a los 40 años de aquel 24 de marzo de 1976 y su antecedente: el accionar criminal de la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina. Serán cuatro décadas de aquel terror que duró más de siete años y que no permitiremos que jamás se repita.
Todos estos años de lucha por la justicia, de reconstrucción de la historia, de investigación para las causas contra los genocidas, nos permitieron conocer cada vez más el entramado del plan criminal de las Juntas Militares asesinas y sus socios. Por eso decimos enfáticamente que la última dictadura fue cívico-militar: las Fuerzas Armadas tuvieron como socias a las corporaciones de la prensa, la Iglesia, el Poder Judicial y las empresas. En la mesa que planificó el hambre y la exclusión, estuvieron los genocidas como Videla y Massera, sentados con la prensa canalla, como Clarín y La Nación, diseñando la mentira para ocultar los crímenes; con la mafia judicial, como Romano o Miret, decidiendo la impunidad ante todos los hábeas corpus presentados por los miles de familiares de detenidos-desaparecidos; con la cúpula de la Iglesia, como Von Wernich y Grasselli, para armar los interrogatorios en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio; con Navajas Artaza, de la empresa Las Marías, y Blaquier, de Ledesma, para financiar el genocidio y hacer las cuentas del enriquecimiento de unos pocos, basado en el empobrecimiento del pueblo.
Sin los empresarios del horror, sin sus aparatos de prensa, sin sus amedrentamientos ideológicos amparados en la supuesta fe cristiana, sin sus empresas al servicio de la persecución de los obreros organizados, sin el financiamiento para el armamento, sin el golpe económico de febrero de 1976 comandado por las entidades empresarias, el 24 de marzo de 1976 no hubiera sido tal cual fue. Esos empresarios le estaban golpeando la puerta a la democracia para decirle que se le acababa el tiempo. Golpearon siempre, sistemáticamente, históricamente. La Triple A, Alianza Anticomunista Argentina, les hizo de patota para intentar aniquilar al pueblo organizado, pero se encontraron con más lucha y resistencia y respondieron con más golpes, hasta llegar a marzo del `76 y robarse el Estado.
Esa dictadura, ese horror, ese plan sistemático de exterminio implementado en nuestro país para intentar imponer un modelo económico, político, social y cultural de pobreza absoluta, nos pasó a todos y todas: por eso hablamos de delitos de lesa humanidad.
Son crímenes que se cometieron contra nuestro pueblo, el que sufrió miles de desapariciones forzadas, exiliados, asesinados, presos políticos, perseguidos, desposeídos. Fuimos una víctima colectiva del terrorismo de Estado. Por eso los juicios a los genocidas, que se desarrollan en la actualidad, son históricos: porque no reparan el dolor de personas individuales, sino que juzgan y condenan a los asesinos del pueblo. Somos todos hijos e hijas de una misma historia, porque esa metodología del terror de los genocidas es la que, ya en democracia, pero en un marco de impunidad, sufrieron y sufren miles de pibes y pibas, como Miguel Brú, Walter Bulacio, Maxi Kosteki y Darío Santillán, Pocho Lepratti, Facundo Rivera Alegre, Alan Tapia, Andrea Viera, y tantos más.
Después de más de cinco años, se pudo saber dónde estaba el cuerpo de Luciano Arruga, detenido-desaparecido por la Policía Bonaerense en Lomas del Mirador, secuestrado y torturado salvajemente. El Poder Judicial fue absolutamente funcional a la impunidad y lejos de dar respuestas, sometió a la familia a una búsqueda desesperada, cuando el cuerpo de Luciano podía haber sido identificado desde el primer día. Ni olvido ni perdón por Luciano Arruga y Juicio y Castigo a todos los culpables, ¡ya!
Esas consecuencias de la dictadura y sus impunidades son las que también nos dejaron instalado el miedo en la sociedad. “No te metás”, dijeron los genocidas. Y siempre respondimos con resistencia y organización, con los pañuelos blancos como bandera, con la reivindicación de las militancias de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, con la lucha por el Juicio y Castigo a todos los genocidas, con la búsqueda de todos los niños y niñas, hoy jóvenes, apropiados, con la recuperación de los territorios del terror, convertidos en espacios de memoria.
El miedo nunca fue más que el intento de los poderosos por detener al futuro: ¡pero no pudieron y tampoco podrán! ¡Vamos a defender todas las victorias de nuestro pueblo! ¡Vamos a seguir luchando y militando por más democracia, aunque los derechos de todos sean los que les molestan a unos pocos!
Ya tenemos más de 30 años de democracia. Si volvemos a ver esta Plaza, que nos vio llegar en plena dictadura, con la angustia de no saber dónde estaban nuestros seres amados, en la desesperación de los primeros pasos, las primeras rondas, la decepción de las puertas cerradas desde las instituciones, el dolor de las ausencias forzadas, y nos vemos ahora, llenando esta Plaza de compromiso, militancia, alegría y memoria, nos emocionamos, porque acá, en nuestras luchas, están todos ellos, los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos. Están acá en cada puño en alto o dedos en ve, en cada grito contra el silencio, ese mismo silencio que sigue negándonos el derecho a saber dónde están los cuerpos de los desaparecidos y continúa privando a sus hijos del derecho a la identidad. Es ese silencio que pretende impunidad, olvido y perdón. Por eso jamás nos callamos, ¡porque el silencio es la mueca muda de los cobardes!
Esos mismos cobardes que ante el avance de los juicios a los genocidas volvieron a desaparecer al compañero Jorge Julio López: ¡seguimos reclamando saber dónde está, qué pasó con él y Juicio y Castigo para los culpables!
Se cumplen 10 años de la identificación del cuerpo de nuestra querida Azucena Villaflor de Devincenti. Se cumplen 10 años también de su descanso en esta Plaza del Pueblo, en este lugar que vio llegar a las Madres, Abuelas, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y a los Padres, en plena dictadura, a exigir la aparición con vida de los seres amados. Por Azucena y todas esas Madres que fundaron el grupo de Madres de Plaza de Mayo y fueron víctimas del genocida Astiz y su patota de la ESMA, gritamos ¡PRESENTE!
En pocos días se cumplirán los 20 años de H.I.J.O.S., de ese grupo de jóvenes que salió a romper la impunidad a fuerza de escrache y a gritar contra el silencio. 20 años de lucha, militancia, organización, amor, compromiso y solidaridad. A muchos de ellos los vimos dar sus primeros pasos en esta Plaza con sus abuelas, al lado del pañuelo blanco, y después los vimos crecer y organizarse. Ahora llegan a sus 20 años construyendo la historia con rebeldía y alegría. ¡Muy felices 20 años de lucha, queridos H.I.J.O.S.!
Este año se cumplirán 30 años del Juicio a las Juntas Militares. Ahí vimos por primera vez sentados en el banquillo a los genocidas Videla, Massera, Agosti y Viola, entre otros. Ahí se escucharon los testimonios desgarradores de los compañeros sobrevivientes, quienes mantuvieron su profundo compromiso para lograr justicia. Fue un primer paso en la construcción de Memoria, Verdad y Justicia en un país que recién salía del horror. Pero duró poco: esas condenas tuvieron una vigencia corta y fueron anuladas por leyes de impunidad. Pasaron muchos años, casi 20 más hasta que el reclamo por el Juicio y Castigo a los genocidas fuera posible nuevamente, ya no sólo como un reclamo del pueblo, sino ya como políticas de Estado: en el 2003 el Presidente Néstor Kirchner se reconoció como hijo de las Madres y Abuelas, como compañero de los 30.000, y como quien pedía perdón en nombre del Estado por el silencio. No sólo recuperamos al Estado, sino también a un proyecto de país, el mismo que sigue construyendo Cristina Fernández de Kirchner y que vamos a exigir que profundice quien esté en el sillón presidencial a partir del 10 de diciembre de este año.
Pero hay algo que está claro: ninguna corporación va a decidir al candidato que el pueblo ponga a representarnos. El Partido de la impunidad tiene muchos candidatos, pero nuestro pueblo tiene mucha memoria y esa es la principal barrera ante cualquier intento de arrancarnos la democracia entera o un poco de ella. ¡Vamos a defender todas las victorias! Vamos a defender todos nuestros derechos y a luchar por más democracia. Y esto es y será así porque quedó demostrado que con lucha y organización podemos cambiar la historia, y más podemos cuando un Estado se hace cargo de los reclamos por justicia y responde con políticas públicas. Sabemos que queda mucho por hacer y lograr, pero también reconocemos que nunca se había llegado a tanto, y eso es irreversible, tan imposible de deshacer como pretender descoser el pañuelo blanco.
No vamos a permitir ningún retroceso en los derechos conquistados: estos últimos años, en los que las acciones del Estado, primero a cargo de Néstor Kirchner, y luego de Cristina Fernández de Kirchner, nos demostraron que puede haber un gobierno nacional y popular que construya futuro. De ahí, de ese piso tan alto, ante las próximas elecciones presidenciales, no vamos a pretender más que seguir subiendo. Que quede claro: somos todos nosotros los que vamos a decidir nuestro futuro.
Muchas veces escuchamos decir que la búsqueda de nuestros nietos y nietas es parte del pasado y que la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia mira sólo para atrás: siempre respondimos que el pasado está acá en cada joven sin su verdadera identidad, en cada consecuencia de aquel terrorismo de Estado, en cada genocida aún impune, en cada derecho por ser garantizado. Pasamos más de 30 años buscando a nuestros nietos y encontrando a muchos de ellos. Estamos desarmando parte del plan sistemático de robo de bebés, con el que los genocidas y sus socios médicos, eclesiásticos, judiciales y de la prensa, les robaron la vida y el futuro a cientos de personas, ya jóvenes hoy. Nunca lograron que retrocediéramos ni un poco en este camino: jamás. Ni cuando nos perseguían, ni cuando nos amenazaban, ni cuando sólo respondían con puertas cerradas y silencio. Para nosotras, las Abuelas, el silencio es el enemigo de la verdad: ¡por eso seguimos exigiendo que se rompan ya todos los pactos de silencio que nos impiden encontrar a nuestros nietos! ¡Basta de silencio: digan dónde están y déjenlos ser libres y conocer su identidad!
En este último año pudimos saber la verdad sobre tres bebés que no llegaron a nacer, cuyas mamás y papás eran Laura Romero y Luis Guillermo Vega Ceballos, Alicia Tierra y Alberto Tion, y Mónica De Olaso y Alejandro Efraín Ford. También tuvimos la alegría desbordante de poder abrazar a Valeria Gutiérrez Acuña, Ana Libertad Baratti De La Cuadra, Jorge Castro Rubel e Ignacio Guido Montoya Carlotto, quienes conocieron su identidad y se reencontraron con sus familias.
Estamos muy felices, porque ahora ellos y ellas pueden seguir sus vidas con la verdad, sabiendo la historia. Ya son 116 las verdades que pudimos encontrar y vamos a seguir juntos buscando a todos los que faltan, porque sabemos que la mentira no puede ser eterna. Hoy, muchos de nuestros nietos ya nos hicieron bisabuelas y estamos acercándonos a esos niños y niñas para que sepan que las dudas sobre la identidad que puedan tener sus mamás y papás también los afectan a ellos. Porque la mentira hace mal, daña, lastima. No es casual que identidad rime con verdad y libertad.
Esas corporaciones que señalamos como destructoras de la justicia, también son parte del delito aberrante de la trata de personas para la explotación sexual y laboral. En esas redes criminales participan sectores como la corporación judicial, las mafias persistentes en las Fuerzas de Seguridad y los medios que publicitan las redes, como el diario Clarín.
Recientemente, el Poder Judicial negó la posibilidad de que los crímenes cometidos en la Guerra por las Malvinas contra los soldados argentinos por parte de militares del propio país fueran juzgados y condenados como delitos de lesa humanidad. Esta grave decisión no hace más que reforzar nuestro acompañamiento al reclamo de los ex combatientes para exigir que las torturas cometidas en el marco de esa guerra sean consideradas como parte del accionar criminal del Estado terrorista. ¿Acaso no estuvo Astiz en las Malvinas? ¿Y Galtieri? ¿Y Mario Menéndez?
En estos doce años desde el 2003 hemos avanzado como nunca en el Juicio y Castigo a los genocidas y debe llegar también el tiempo de la justicia para los asesinos de la Triple A. Es el Poder Judicial el que debe seguir respondiendo a los reclamos del pueblo para que ningún genocida camine por las calles. También es ese Poder el que deberá dar todas las respuestas necesarias para que César Milani sólo continúe en su cargo si no cometió ningún delito de lesa humanidad.
Como defensores de los derechos humanos, también queremos repudiar la vigencia de la llamada Ley Antiterrorista, sancionada en el 2007 y modificada en el 2011, porque deja abierta la posibilidad a cualquier juez de actuar en detrimento de los luchadores populares, porque deja las puertas abiertas a la libre interpretación de los miembros del Poder Judicial para aplicarla. ¿Dónde está en la ley la definición sobre “terrorismo”? Nuestro país, como tantos otros, tiene la experiencia de siete años de genocidio, basado en la criminalización de las organizaciones de resistencia.
Esta ley tiene una gravedad importante para quienes consideramos que los Estados deben ser garantes de los derechos humanos de todos y todas. Queremos seguir dando ejemplo ante el mundo en materia de derechos humanos, pero medidas así nos pueden alejar de ese camino. Por esto, exigimos la inmediata derogación de la Ley Antiterrorista.
Este 24 de marzo tenemos que volver a denunciar que Mauricio Macri, actual jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pretende poner nuevamente dentro del Estado un arma de tortura: las picanas portátiles taser. De este modo, retoma viejas épocas dolorosas para nuestro país, al reinstalar a la picana eléctrica como armamento estatal. Nos genera una profunda preocupación por el retroceso que significa la política represiva de Mauricio Macri, no sólo a través de la patota de la UCEP, sino ahora también con las picanas que descargan 50.000 voltios sobre las personas. También vimos como Sergio Berni las defendió: no vamos a permitir que ninguna Fuerza de Seguridad desconozca la historia de nuestro país y todo el avance realizado en materia de la erradicación de mecanismos de tortura.
Este año también llegaremos a los 60 años de aquel bombardeo criminal cometido en esta misma Plaza. No son hechos aislados: esa es la forma que mantuvieron durante toda la historia quienes no supieron construir jamás una opción política y sólo se dedicaron a masacrar, atacar, desestabilizar, vaciar al Estado, robar, endeudar, hambrear y empobrecer al pueblo. La masacre del 16 de junio de 1955 fue sobre este mismo suelo y mostró una de las formas más crueles de lastimar al pueblo: imaginen un bombardeo acá, imaginen esta misma Plaza como centro de esa masacre. Y acá, como hoy, estaba el pueblo, el que fue herido de muerte y el que siempre vuelve a esta Plaza cada vez que hay que reclamar justicia. Nosotros seguimos exigiendo justicia por esos hechos, porque fueron contra el pueblo y constituyeron el antecedente de tantos otros.
Se conmemoran los 100 años del genocidio armenio y eso nos convoca a decir que esos hechos también merecen Memoria, Verdad y Justicia, porque ningún pueblo puede construir su historia con impunidad. Apoyamos al pueblo armenio en el reclamo por el derecho a toda la verdad y al reconocimiento de esos crímenes como delitos de lesa humanidad.
Pocos meses atrás, volvimos a sentir muy cerca algo que nos duele mucho: hace seis meses en México fueron desaparecidos 43 estudiantes de Ayotzinapa. Nos preocupa profundamente la situación de ese país, donde las miles de desapariciones y asesinatos perpetrados como crímenes de lesa humanidad desde hace decenas de años son el contexto de este nuevo crimen masivo. Entendemos que es responsabilidad de todos los Estados de México dar las respuestas pertinentes que estén a la altura de las circunstancias, sin permitir la impunidad para ninguno de los culpables de los crímenes. Como militantes a favor de la protección de los derechos, expresamos nuevamente que acompañamos a las familias mexicanas y les damos todo nuestro apoyo hasta saber dónde están los 43 normalistas y los miles de desaparecidos y asesinados en México. Exigimos toda la verdad y toda la justicia. También el cese definitivo de las violaciones a los derechos humanos en México.
También seguimos abrazando al pueblo de Venezuela y su resistencia ante los permanentes ataques imperialistas, esos mismos que históricamente pretendieron ocupar nuestros territorios, robar nuestras riquezas, masacrar a nuestros pueblos y negar nuestras identidades. Desde las masacres colonizadoras, a tantas formas de violencia, son los mismos sectores de poder los que pretenden decidir nuestra historia. Les vamos a seguir diciendo que no, que no podrán pasar por arriba de nuestras luchas, que no volverán a decidir por arriba de las elecciones soberanas, que no podrán robarnos el futuro. Cuando decimos que vamos a seguir defendiendo todas las victorias, nos referimos a las de nuestro país y a las de toda la Patria Grande. ¡Vamos a seguir defendiendo y construyendo la Patria Grande para todos y todas!
Acá, más cerca, en nuestro país, hay sectores corporativos que todavía pretenden robarnos el futuro: lo demuestran con las operaciones mediáticas que intentan desprestigiar el proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia; las políticas de Estado de inclusión, como la asignación universal por hijo o los planes PROCREAR y PROGRESAR; los avances en la democratización de la comunicación como derecho social, a través de las mentiras sobre la nueva ley de medios. Hostigan a nuestra democracia para ver cuándo cae, cuándo Magnetto podrá poner a su candidato en la Casa Rosada, cuándo Estados Unidos podrá volver a tenernos como patio del fondo, porque no aceptan que somos un pueblo organizado y que jamás podrán volver a pasar por arriba de nuestros sueños.
A 39 años de la última dictadura cívico-militar, ya son casi 600 los genocidas condenados y casi 900 los procesados. Faltan muchos más y no podemos seguir esperando, como tampoco se puede seguir dilatando la confirmación de los fallos de primeria instancia por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y la Cámara Federal de Casación. Hoy tenemos un país sin genocidas por las calles, pero todavía falta que la corporación judicial acepte que también van a ser juzgados y condenados los partícipes civiles del horror, entre los que están muchos de sus miembros. Los fallos recientes que favorecieron con impunidad a Magnetto, Herrera de Noble, Mitre, Bottinelli, Blaquier y Massot son una muestra de la defensa corporativa de un sector del Poder Judicial para garantizar la impunidad para los genocidas civiles. Vamos a seguir exigiendo el Juicio y Castigo para todos, absolutamente todos los genocidas y en esa lista están los civiles, muchos de ellos aún organizados para atacar a la democracia.
Por eso, este año, cuando vayamos a las urnas, pongamos también a la memoria en ese sobre. Votemos futuro, elijamos qué país vamos a seguir construyendo y qué Patria vamos a seguir defendiendo. Los candidatos de la impunidad son muchos, pero también lo son los del futuro. Por eso, porque el futuro es nuestro, compañeros y compañeras vayamos juntos hacia todas las victorias, hacia esa Patria Grande por la que lucharon los 30.000, hacia esa tierra de justicia, solidaridad, compromiso y libertad que pusieron en sus banderas, que no bajamos jamás, y que hoy flamean muy altas.
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!
ABUELAS DE PLAZA DE MAYO
FAMILIARES DE DESAPARECIDOS Y DETENIDOS POR RAZONES POLÍTICAS
H.I.J.O.S.
MADRES DE PLAZA DE MAYO LÍNEA FUNDADORA